Alice Kellen | 2018| Autopublicada | E-book
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Esta es una historia de amor, de sueños y de vida.La de Valentina. La chica que no sabía que tenía el mundo a sus pies, la que creció y empezó a pensar en imposibles. La que cazaba estrellas, la que anhelaba más, la que tropezó con él. Con Gabriel. El chico que dibujaba constelaciones, el valiente e idealista, el que confió en las palabras «para siempre», y creó los pilares que terminaron sosteniendo el pasado, el ahora, lo que fueron y los recuerdos que se convertirán en polvo.
¿Alguna vez has comenzado un libro sin saber siquiera
de qué podría tratar? Desde que he empezado el amor por la lectura nunca olvido
leer ese pequeño abrebocas que nos regalan las historias porque me siento
inestable de iniciar algo sin tener un punto de partida antes. No obstante,
simplemente supe al instante en que tuve el libro en mi poder que debía
empezarlo sin dudar. No perdí ni un segundo, ni gasté energía en encontrar de
ante mano la sinopsis, simplemente me metí de lleno a él, empecé las primeras
líneas y ya no quise detenerme. Pero no me sorprende, en lo absoluto. Cuando sé
que una historia es de Alice Kellen únicamente me limito a leer sabiendo que
tengo todo mi corazón metido en él. Y empiezo de esta forma la reseña porque
quiero remarcar cuanto gusto y amor siento por la autora. Hay muchos libros que
te puedan gustar hasta llegarte al corazón, pero hay pocos que sinceramente te
lo atraviesan y se apodera de todo tu cuerpo, y no solo el chico que dibujaba constelaciones pudo lograr ese efecto,
también la mayoría de las historias que fueron creadas a mano de su magnifica
autora.
Olvidémonos de hacer un panorama del libro y metámonos
de lleno en lo que sentí al leerlo. Las palabras dulces e ingenuas de Valentina
son lo que llama a primera instancia mi atención y lo que captura mi identidad
para convertirme en ella. Inicia a relatarnos sobre aquel preciso instante en
que conoce a Gabriel, quien será nuestro futuro hombre de ensueños. Pude
descifrar a simple vista, en pequeñas palabras todo lo que sus personajes me
entregarían. Vi amor puro al instante, y no ese amor puro en el que no crees
porque fue repentino sin chispa ni sentido, es ese amor que por su forma de
relatar nos hace cruzar los dedos pidiendo plegarias para que todo vaya a favor
de ellos en lo que resta del libro.
"Me reí, porque la situación era surrealista que empezó a parecerme divertida. Tú siempre consigues eso, que todos los momentos se llenasen de risas"
Valentina nos traslada a los años 60, a la sociedad de
entonces, a la tristeza que tuvimos nosotras: mujeres de todas las edades a
entregarnos al machismo, a la desigualdad de género y a negarnos ser portadoras
de voz. Nuestra protagonista con su actitud temeraria, dócil, y reservada cruza
de bruces con Gabriel, un hombre tranquilo, risueño, revolucionario. Allí es
donde la magia empieza para enamorarnos hasta creer en el amor verdadero junto
a ellos.
Amo a Gabriel en todos sus aspectos, en lo perfecto
que a voz de Valentina suena, pero también en esos defectos que luego ella
acepta. Me encanta la sonrisa que siempre tiene en su mirada y el brillo
salvaje, liberal, soñador, dulce de sus ojos al mirar el mundo y al mirarla a
ella. Me encanta poder ser espectadora de la maravillosa historia que empieza a
tejerse entre ellos como me encanta todas las emociones que sentí al leerlo. Y
todo se lo agradezco también a la autora, a Alice Kellen, que posiblemente una
historia entre dos personas sin ser contada de esta forma ni con todos sus
matices, ni con todos sus personajes o situaciones pudo no haberme enamorado,
porque la esencia del libro no fue debido a una cosa u otra, sino a todo en
conjunto.
"Los recuerdos malos también somos nosotros"
El chico que dibujaba constelaciones te
remite a años donde no existimos pero que podemos imaginarnos a través de esas
historias contadas por viejos familiares, o gracias a la novela, que nos lleva
a la ambientación con su música, sus peinados o mil formas de vestir, también a
los objetos antiguos que hoy no entendemos pero que trasladándonos a la
historia podemos sentir nuestros. Conocemos épocas difíciles llenos de rebeldía
y reclamo de la igualdad, también nos adentramos en la vida de dos personas que
nos muestran humanamente lo que el amor les hace a ellos y sobre todo que el
amor a pesar de ser felicidad también es tristeza. Luego de leer el libro
querrás tomar un bolígrafo y pintar estrellas hasta armar constelaciones por
todas esas metas cumplidas, o también por todos tus fallos. Querrás imaginarte
que alguna vez alguien te va a mirar como Gabriel a Valentina o ella a él o
correrás con la suerte de saber que aquellas emociones las sientes tú ahora
mismo. Porque la historia es sobre eso, es crecer con una persona al momento en
que la conoces, cruzar lazos y vivir increíbles momentos, viajar, bailar, leer
un libro juntos o entregarse hasta el cansancio como ellos dos lo hacen. La
vida también te trae dificultades, enfrentamientos a lo que, como ellos,
sobrepasarás.
Y esta es mi humilde opinión de el chico que pintaba
constelaciones, no es una reseña que quise hacer pensando “literariamente” donde
hablo sobre rasgos importantes o la psicología de los personajes, etc. Etc. Es
lo que siento cuando pienso en la historia, en que quiero volver a leerla muy
pronto porque a pesar de ser corta e irse en un soplo eso no es una excusa para
volverla a guardar, sino que es un punto aparte para volver al inicio hasta
enamorarte más y más de Gabriel, de Valentina y de esa maravillosa historia que
te nubla la vista, te estremece el corazón y te hace sacar tanto lágrimas como
una inmensa sonrisa de satisfacción.
¡CALIFICACIÓN!
5/5
¡Hola! Me llama mucho este libro ya que, cuando todos habláis tan bien de él, será por algo. Un besote :)
ResponderEliminar¡Holaaa! Muero de ganas de leer esta historia, no paro de ver excelentes opiniones
ResponderEliminarBesos